Τετάρτη 9 Αυγούστου 2023

Tubular Bells vio la luz en 1973. Aunque sin perder de vista la senda progresiva, el disco se enmarca en la corriente experimental y new-age, a la vez que hace guiños a la música clásica y folclórica. Sin duda alguna, Mike Oldfield se encuentra entre los más importantes compositores de la nueva música que, poco a poco, fue innovando lo que hasta entonces se llamaba simplemente rock. Adolescente con gran sensibilidad musical, ideó, compuso y publicó el disco en 1973. El responsable de su lanzamiento fue el dueño de la compañía discográfica Virgin Records (fundada en 1972 por Richard Branson). Trabajaron en este propósito entre el otoño de 1972 y la primavera de 1973. «Tubular Bells» fue variando en ejecución y edición: En 1974, fue interpretada por primera vez por una orquesta; En 1992, se publicó «Tubular Bells II»; En 1998, «Tubular Bells III»; En 1999, «The Millennium Bell». En el año 2003 se grabó y publicó «Tubular Bells 2003″ ¿Motivo? El trigésimo aniversario de la obra original. Por lo que respecta a su parte técnica, el disco está dividido en dos partes de 25 minutos de duración cada una. Muchos de los instrumentos que aparecen (mandolina, guitarra española, bajo, órgano de tubos y eléctrico, xilófono…) los tocó el propio Oldfield, de forma separada, juntando posteriormente las ejecuciones individuales para formar el trabajo conjunto. Aunque actualmente esta forma de proceder nos parece de lo más normal, en aquel momento era muy poco común. Y más teniendo 19 años. En lo que respecta al título, se tomó el nombre a raíz de una sugerencia que le hizo un miembro del equipo de grabación, algo así como: “¿y qué tal si introduces campanas tubulares en el disco?”. Por eso, cuando empieza la enumeración de instrumentos en el minuto 19:47, al final se escucha a la voz decir «[…] plus tubular bells!«. En "Tubular Bells” la musical nos habla de pasajes inundados de pianos, guitarras acústicas, españolas, eléctricas, bajos, xilofones, timbales, teclados, flautas… Una sucesión de capas musicales intercaladas matemáticamente, como un bosque de instrumentos, increíblemente interconectados. Nos habla de dos partes de casi media hora cada una en las que se desarrollan melodías repetitivas y alocadas, cambiantes, con contrastes rítmicos… La idea era que nada fuera homogéneo ni lineal, que el oyente se sobresaltara con cambios constantes y abruptos giros. Y sin una sola canción; sólo, instrumentales....

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